Tuesday, April 21, 2009

Programación Neurolingüística

Programación Neurolingüística

A lo largo de la historia de la civilización, muchos han hecho hincapié en este punto: existe una diferencia irreductible entre el mundo y nuestra experiencia de él. Como seres humanos, nosotros no actuamos directamente en el mundo. Cada uno de nosotros crea una representación del mundo en que vivimos, es decir, un mapa o modelo que nos sirve para generar nuestra conducta. En gran medida, nuestra representación del mundo determinará lo que será nuestra experiencia de él, el modo de percibirlo y las opciones que estarán a nuestra disposición al vivir en el mundo.

Todos los logros de la raza humana, tanto positivos como negativos, suponen el uso del lenguaje. Los seres humanos utilizamos el lenguaje de dos formas. En primer lugar, lo usamos para representar el mundo, actividad que denominamos razonar, pensar, fantasear, ensayar. Al emplear el lenguaje como sistema representacional, estamos creando un modelo de nuestra experiencia. Este modelo del mundo que creamos mediante el uso representacional del lenguaje está basado en las percepciones que tenemos del mundo. Nuestras percepciones también están parcialmente determinadas por nuestro modelo o representación.

No hay dos seres humanos que tengan exactamente las mismas experiencias. El modelo que creamos para guiarnos en el mundo se basa parcialmente en nuestras experiencias. Cada uno de nosotros podrá, pues, crear un modelo diferente del mundo que compartimos y, por lo tanto, llegar a vivir una realidad un tanto diferente.

Obsérvese que, dado que usamos el lenguaje como sistema representacional, nuestras representaciones lingüísticas están sujetas a los tres universales del modelaje humano: la generalización, la eliminación y la distorsión. En segundo lugar, utilizamos el lenguaje para comunicarnos unos a otros nuestra representación del mundo. Cuando empleamos nuestra lengua para comunicarnos lo denominamos: hablar, discutir, escribir, conferenciar, cantar, etc.
Al usar el lenguaje para comunicarnos estamos presentándoles, a otros, nuestro propio modelo.

Al respecto, caben dos observaciones. Primero, hay necesariamente una diferencia entre el mundo y cualquier modelo o representación del mundo. Segundo, los modelos que crée cada uno de nosotros serán diferentes. Esto puede demostrarse de diversas maneras, las que para nuestros fines hemos dividido en tres categorías: limitantes neurológicas, limitantes sociales y limitantes individuales.

Limitantes neurológicas: Nuestro sistema nervioso, inicialmente determinado en forma genética, constituye así el primer conjunto de filtros para distinguir al mundo (el territorio) de nuestra representacion del mundo (el mapa).
El sistema nervioso, que es aquél donde se produce el sistema representacional del lenguaje, es el mismo sistema nervioso mediante el cual los seres humanos producimos todos los demás modelos del mundo: pensamiento, visual, kinestésico, etc. En cada uno de estos sistemas están operando los mismos principios estructurales. Por lo tanto, a través de los principios formales que los lingüistas han identificado como parte del sistema representacional denominado lenguaje, se puede lograr comprender de manera explícita cualquier sistema de modelaje humano.

Una segunda modalidad en que nuestra experiencia del mundo difiere del mundo en sí mismo, es mediante el conjunto de limitantes sociales o pautas (anteojos por receta) que denominamos factores sociogenéticos. Al decir sociogenéticos nos estamos refiriendo a todas las categorías o filtros a los cuales estamos sujetos como miembros de un sistema social: nuestro idioma, nuestras modalidades aceptadas de percibir y todas las convenciones socialmente aceptadas. Tal vez el filtro sociogenético más comúnmente reconocido lo constituye el sistema de nuestra lengua.

Limitantes individuales: Un tercer modo en que nuestras experiencias del mundo pueden diferir del mundo mismo, es por medio del conjunto de filtros o pautas que hemos denominado limitantes individuales. Al decir limitantes individuales nos estamos refiriendo a todas las representaciones que creamos como seres humanos, basados en nuestra singular historia personal. Cada individuo tiene un conjunto de experiencias que constituyen su propia historia personal y que le son peculiares y únicas, del mismo modo como lo son sus huellas digitales. Así como toda persona tiene un conjunto distinto de huellas dactilares, cada individuo tiene también experiencias nuevas al crecer y vivir, y ninguna historia de vida es idéntica a otra. Nuevamente, a pesar de compartir muchas semejanzas, al menos algunos aspectos serán diferentes y peculiares a cada persona. Los modelos o mapas que creamos en el proceso de vivir están basados en nuestras propias experiencias individuales, y debido a que algunos aspectos de nuestras experiencias nos serán únicos como personas, partes de nuestro modelo del mundo nos serán exclusivas de cada uno de nosotros. Estas maneras poco comunes que cada uno de nosotros adopta para representar el mundo, constituyen un conjunto de intereses, hábitos, gustos, pautas y normas de conducta que son claramente propias. Estas diferencias garantizan que cada uno de nosotros tenga un modelo del mundo que de alguna manera será diferente del modelo de otra persona cualquiera.

El tercer conjunto de filtros, las limitantes individuales, constituye la base para las profundas diferencias existentes entre nosotros los seres humanos y el modo como creamos nuestros modelos del mundo. Puede que estas diferencias en nuestros modelos alteren nuestras pautas sociales, enriqueciendo nuestra experiencia, presentándonos más alternativas, o bien empobreciendo nuestra experiencia de un modo que se limite nuestra capacidad para actuar de manera eficaz.

Modelos y terapias
En la mayoría de las modalidades psicoterapeúticas (con la posible exclusión de algunas terapias físicas) entre las cosas que ocurren están las transacciones verbales entre el "paciente" y el "terapeuta". Uno de los rasgos comunes del encuentro terapeútico es que el terapeuta trata de averiguar el motivo por el que el cliente ha venido a terapia, en otras palabras, qué es lo que el cliente quiere cambiar. Según nuestra postura teórica diríamos que el terapeuta está tratando de averiguar cuál es el modelo del mundo que tiene su cliente. Al ir comunicando sus modelos del mundo, lo hace por medio de estructuras de superficie. Estas estructuras de superficie contendrán algunas eliminaciones. La modalidad que el cliente adopta para comunicar su modelo/representación está necesariamente sujeta a los procesos universales de modelaje humano tales como la eliminación. La estructura de superficie es a su vez una representación de la representación lingüística plena de donde se derivó: la estructura profunda. Cuando ha ocurrido el proceso lingüístico de la eliminación, la descripción resultante - la estructura de superficie - es necesariamente insuficiente para el terapeuta. Esta parte también podrá faltar en el modelo consciente del mundo que tiene el cliente. Si al modelo de la experiencia del cliente le faltan partes, es un modelo empobrecido. Los modelos empobrecidos implican necesariamente menos opciones o alternativas de conducta. A medida que se recuperan las partes que faltan, comienza el proceso de cambio para la persona.

El primer paso es que el terapeuta sea capaz de determinar si la estructura de superficie de su cliente es o no una representación completa de la representación lingüística plena de donde se derivó la estructura profunda.

En general, la efectividad de una determinada forma de terapia dependerá de su habilidad para recuperar partes eliminadas o ausentes del modelo del cliente. Por lo tanto, el primer paso es el aprender a reconocer las piezas ausentes del modelo, específicamente, identificar el hecho que ha habido una eliminación lingüística. Las piezas que faltan en la estructura de superficie es el material que ha sido removido mediante transformaciones por eliminación. La recuperación del material que falta implica un desplazamiento hacia una representación más plena: la estructura profunda.

En nuestra experiencia cuando una persona acude a nosotros en busca de terapia, suele llegar con algún tipo de sufrimiento, sintiéndose paralizada, incapacitada para vivenciar alternativas o libertad de acción para su vida. Lo que hemos descubierto no es que el mundo sea demasiado limitado o que no haya alternativas posibles, sino que estas personas bloquean su capacidad de ver esas alternativas y las posibilidades que se les abren, debido a que no están presentes en sus modelos de mundo.

Casi todos los miembros de nuestra cultura, en su ciclo vital, deben encarar una serie de periodos de cambio y trancisión. Las diferentes formas de psicoterapia han desarrollado diversas categorías para estas etapas cruciales de crisis-trancisión. Lo curioso es que mientras algunas personas son capaces de atravesar estos periodos de cambio con facilidad vivenciándolos como periodos de intensa energía y creatividad, otras, ante los mismos desafíos, vivencian estos períodos como etapas de terror y sufrimiento, que tienen que ser soportados mientras su única preocupación es sobrevivir. Nos parece que la diferencia entre estos dos grupos se debe esencialmente a que las personas que responden de manera creativa y encaran efectivamente esta tensión son personas que tienen una representación o modelo rico de su situación, en el que perciben una amplia gama de alternativas entre las cuales escoger acciones posibles. Las otras personas vivencian momentos semejantes como si tuvieran pocas alternativas y ninguna de las cuales les resultara atractiva, en otras palabras, juegan a perder. La pregunta que nos hacemos es: ¿cómo es posible que diferentes seres humanos enfrentados ante un mismo mundo tengan experiencias tan divergentes? Entendemos que esta diferencia es la consecuencia de divergencias en la riqueza de sus modelos. Por lo tanto, la pregunta que sigue es: ¿cómo es posible que algunos seres humanos mantengan un modelo empobrecido que les origina dolor y sufrimiento ante un mundo lleno de valores, rico y complejo?

En nuestro intento por entender el motivo por el que algunas personas siguen causándose sufrimiento y angustia, ha sido importante caer en la cuenta de que no son ni malos, ni locos ni enfermos. De hecho, están optando por lo mejor entre las alternativas de que están conscientes, es decir, están eligiendo lo mejor dentro de su modelo particular. Dicho de otro modo, la conducta de los seres humanos - por insólito que pueda parecer, en primera instancia - cobra sentido cuando es contemplada en el contexto de las alternativas generadas por su modelo. El problema no está en que el individuo elija mal o equivocadamente, sino que no tiene suficientes alternativas, no tiene una imagen del mundo rica y compleja. La paradoja más extensiva a la condición humana, que nosotros vemos, es que los procesos que nos habilitan para manipular símbolos - es decir, para crear modelos - y que nos permiten sobrevivir, crecer, cambiar y disfrutar, son los mismos que nos permiten mantener un modelo empobrecido del mundo. De modo que los mismos procesos que nos permiten realizar las más extraordinarias y especialísimas actividades humanas son los mismos que bloquean nuestro crecimiento si cometemos el error de confundir el modelo con la realidad. Al respecto podemos identificar tres mecanismos generales: la generalización, la eliminación y la distorsión.

La generalización es el proceso mediante el cual algunos elementos o piezas del modelo de la persona se desprenden de la experiencia original y llegan a representar la categoría total de la cual la experiencia es sólo un caso particular. Nuestra capacidad generalizadora es esencial para poder encarar el mundo. Por ejemplo, es útil poder generalizar la experiencia de sentir dolor al tocar una estufa caliente y llegar a la generalización que las estufas calientes no deben ser tocadas. Pero llevar esta generalización al punto de considerar que las estufas son peligrosas y, por lo tanto, rehusar a entrar a una sala donde hay una estufa, es imponernos una innecesaria limitación a nuestro movimiento en el mundo.
Lo importante es que una misma pauta, regla o norma es útil o no según el contexto, es decir, no hay generalizaciones correctas en sí mismas. Cada modelo debe evaluarse dentro de su contexto. Más aún, esto nos da una clave para entender el comportamiento humano que nos parece extraño o inadecuado. Lo importante es considerar la conducta de la persona dentro del contexto en que se originó.

Un segundo mecanismo que podemos usar para enfrentar efectivamente el mundo o para derrotarnos a nosotros mismos es la eliminación. La eliminación es un proceso mediante el cual prestamos atención selectivamente a ciertas dimensiones de nuestra experiencia, al mismo tiempo que excluimos otras. Un ejemplo de ello es la capacidad que tienen las personas para filtrar o excluir todos los demás sonidos en una sala llena de gente a fin de poder escuchar las palabras de una persona en particular. Utilizando el mismo proceso, los individuos son capaces de impedirse a sí mismos escuchar mensajes de cariño de personas que les son importantes.
La eliminación reduce el mundo a dimensiones en que nos sentimos capaces de manejarlo y puede ser útil en ciertos contextos, y en otros, sin embargo, ser origen de sufrimiento.

El tercer proceso de modelaje es el de la distorsión. La distorsión es el proceso que nos permite hacer cambios en nuestra experiencia de los datos sensoriales que recibimos. Por ejemplo, la fantasía o la imaginación nos permite prepararnos para experiencias aún antes que éstas ocurran. Se distorsiona la realidad cuando se ensaya un discurso que se dirá más adelante. Este es el proceso que ha hecho posible todas las creaciones artísticas. Utilizando esta misma técnica, los individuos pueden limitar la riqueza de su experiencia.

Las generalizaciones o las expectativas de la persona filtran y distorsionan su experiencia para hacerla consistente con esas expectativas. Como no tiene experiencias que desafíen a sus generalizaciones, sus expectativas se confirman y el ciclo continúa. De esta forma, las personas mantienen sus modelos empobrecidos del mundo.

Los tres procesos más importantes del modelaje humano son: la generalización, la eliminación y la distorsión. Son tres modalidades en que el modelo que creamos difiere de aquello que modela. Estos procesos se aplican plenamente al caso de las representaciones lingüísticas. Una buena parte del trabajo realizado por los lingüistas transformacionalistas ha sido el descubrimiento y la explicitación del modo cómo estos tres universales de la representación se llevan a cabo en los sistemas de las lenguas humanas.

Las tres categorías de intuiciones lingüísticas que hemos seleccionado como relevantes a nuestros objetivos son: la buena formación, la estructura constituyente y las relaciones lógico-semánticas.

Buena formación: Se refiere a los juicios consistentes que los hablantes nativos de una lengua emiten acerca de si un grupo de palabras constituyen o no oraciones en su lengua.

Estructura constituyente: Los juicios consistentes que hacen los hablantes nativos acerca de qué elementos van juntos o combinados en una unidad o como constituyentes de una oración en su idioma.

Relaciones lógico-semánticas: Los juicios consistentes que los hablantes nativos de un idioma hacen acerca de las relaciones lógicas reflejadas en las oraciones de su lengua:
1. Completividad: ante la presentación de un verbo, el hablante nativo es capaz de determinar cuántas y qué tipos de cosas son conectadas o descritas por una relación verbal.
2. Ambigüedad (polisemia): Significa lo contrario de la sinonimia. Es la intuición que los hablantes nativos utilizan cuando la misma estructura de superficie tiene más de un significado semántico distinto. Ocurre cuando más de una estructura profunda se conecta por medio de transformaciones con la misma estructura de superficie.
3. Sinonimia: La prueba intuitiva de la sinonimia consiste en imaginar si sería posible en nuestro mundo (o en uno imaginario) que una de las estructuras de superficie resultara ser verdadera (o falsa) y la otra no verdadera (o no falsa). Si ambas tienen el mismo valor (ambas verdaderas o ambas falsas), son sinónimas. Esto se conoce como la prueba de la paráfrasis. La sinonimia en el metamodelo significa que la misma estructura profunda está conectada con más de una estructura de superficie.
4. Indices referenciales: Los hablantes nativos son capaces de determinar si una palabra u oración alude a un objeto particular de su experiencia, o si identifica una clase de objetos; más aún, pueden formular juicios consistentes acerca de si dos o más palabras se refieren al mismo objeto o clase.
5. Presuposiciones: Los hablantes nativos pueden determinar cuál es la experiencia del hablante al enunciar una oración. Una oración que tiene que ser verdadera para que otra oración tenga sentido se denomina presuposición de esta última.

Cada oración puede analizarse en dos niveles de estructura correspondientes a dos tipos de intuiciones consistentes que tienen los hablantes nativos de un idioma: la estructura de superficie, donde las intuiciones del hablante sobre la estructura constituyente adquieren una representación de estructura de árbol, y la estructura profunda en la cual figuran intuiciones acerca de lo que son las relaciones lógico-semánticas de una representación completa. Dado que el modelo provee dos representaciones para cada oración (estructura de superficie y estructura profunda), los lingüistas deben explicitar el modo en que conectan estos dos niveles. Para representar esta conexión recurren a un proceso de derivación constituido por una serie de transformaciones.

Algunas derivaciones:
a) Transformación activa / pasiva. Sinonimia.
b) Transformaciones por eliminación (elipsis): Son sensibles a los índices referenciales; hay palabras y oraciones nominales que no pueden ser legítimamente suprimidas mediante una transformación por eliminación libre si llevan un índice referencial que las conecta o relaciona con alguna cosa o persona, esto aparece como un cambio en el significado si esta condición no se cumple y se aplica la transformación. La condición general que debe cumplir una transformación por eliminación libre, para ser aplicada legítimamente, es que el elemento eliminado puede no tener un índice referencial que se conecte con alguna parte específica del modelo que tiene el hablante de su experiencia; esto significa que cada vez que ha sido aplicada una transformación por eliminación libre, el elemento eliminado no tuvo necesariamente un índice referencial en la representación de la estructura profunda, es decir, era un elemento no vinculado a cosa alguna en la experiencia del hablante.
c) Nominalización (sustantivización, prosopopeya, personificación)

El metamodelo para el lenguaje.
Utilizamos el lenguaje para representar y comunicar nuestra experiencia; el lenguaje es un modelo de nuestro mundo. Lo que han hecho los gramáticos transformacionalistas es desarrollar un modelo formal de nuestra lengua, un modelo del modelo de nuestro mundo, o más sencillamente, un metamodelo.

El lenguaje hace las veces de sistema representacional de nuestra experiencia. Nuestras posibles experiencias como seres humanos son enormemente ricas y complejas. Si el lenguaje ha de realizar satisfactoriamente su función como sistema representacional, deberá, además, proveer un conjunto de expresiones ricas y complejas para representar nuestras posibles experiencias.

Las eliminaciones: Las partes ausentes del modelo.
En la mayoría de las modalidades terapeúticas (con la posible exclusión de algunas terapias físicas) entre las cosas que ocurren están las transacciones verbales entre el "paciente" y el "terapeuta". Uno de los rasgos comunes del encuentro terapeútico es que el terapeuta trata de averiguar el motivo por el que el cliente ha venido a terapia, en otras palabras, qué es lo que el cliente quiere cambiar. Según nuestra postura teórica diríamos que el terapeuta está tratando de averiguar cuál es el modelo del mundo que tiene su cliente. Al ir comunicando sus modelos del mundo, lo hace por medio de estructuras de superficie. Estas estructuras de superficie contendrán algunas eliminaciones. La modalidad que el cliente adopta para comunicar su modelo/representación está necesariamente sujeta a los procesos universales de modelaje humano tales como la eliminación. La estructura de superficie es a su vez una representación de la representación lingüística plena de donde se derivó: la estructura profunda. Cuando ha ocurrido el proceso lingüístico de la eliminación, la descripción resultante - la estructura de superficie - es necesariamente insuficiente para el terapeuta. Esta parte también podrá faltar en el modelo consciente del mundo que tiene el cliente. Si al modelo de la experiencia del cliente le faltan partes, es un modelo empobrecido. Como decíamos anteriormente, los modelos empobrecidos implican necesariamente menos opciones o alternativas de conducta. A medida que se recuperan las partes que faltan, comienza el proceso de cambio para la persona.

El primer paso es que el terapeuta sea capaz de determinar si la estructura de superficie de su cliente es o no una representación completa de la representación lingüística plena de donde se derivó la estructura profunda.

En general, la efectividad de una determinada forma de terapia dependerá de su habilidad para recuperar partes eliminadas o ausentes del modelo del cliente. Por lo tanto, el primer paso es el aprender a reconocer las piezas ausentes del modelo, específicamente, identificar el hecho de que ha habido una eliminación lingüística. Las piezas que faltan en la estructura de superficie es el material que ha sido removido mediante transformaciones por eliminación. La recuperación del material que falta implica un desplazamiento hacia una representación más plena: la estructura profunda.

La distorsión: Proceso - evento.
Una de las modalidades más frecuentes por las que se rigidizan las personas, es convirtiendo aquello que es un proceso en transcurso, en acontecimiento o evento. Los eventos son sucesos que ocurren en un determinado momento y luego concluyen. Una vez ocurridos, sus consecuencias son fijas y nada puede hacerse para cambiarlas. Esta forma de representación de la experiencia del cliente, es empobrecedora en el sentido que éste pierde todo control sobre el proceso en transcurso al representarlo como un evento. Los lingüistas han identificado el mecanismo lingüístico mediante el cual se convierte un proceso en un acontecimiento. Se trata del fenómeno denominado "nominalización". La capacidad del terapeuta para desafiar las partes distorsionadas del modelo del cliente, que hacen que los procesos se representen como eventos, requiere que el terapeuta sea capaz de reconocer las nominalizaciones en las estructuras superficiales del cliente. Esto puede hacerse examinando directamente la estructura de superficie del cliente, mediante la revisión de los no-verbos presentes en la oración y tratando de pensar en algún verbo o adjetivo que se le parezca o aproxime en grafismo/sonido y significado.
La tarea del terapeuta es ayudar a que el cliente vea que aquello que en su modelo ha representado como un evento cerrado y concluido es, de hecho, un proceso sobre el cual puede tener alguna influencia.

Más allá de la estructura profunda.
Desde el momento que el terapeuta compromete a su cliente en la recuperación de la estructura profunda, la representación lingüistica plena, la terapia está surtiendo efecto. El paso siguiente es el cuestionamiento de la estructura profunda con el objeto de enriquecerla. En este momento el terapeuta tiene ante sí una serie de alternativas. El punto central es que las personas están sufriendo, no porque el mundo no sea lo suficientemente rico como para permitir que satisfagan sus necesidades, sino porque su representación del mundo está de tal modo empobrecida, que no ven salida posible. Por consiguiente, nuestra estrategia como terapeutas es vincular al cliente con el mundo, de modo que tenga ante sí un conjunto más rico de alternativas. En otras palabras, debido a que el sufrimiento de nuestro cliente se originó al crear éste una representación empobrecida del mundo, olvidando que es sólo una representación y no el mundo mismo, el terapeuta ayudará a su cliente a cambiar cuando éste llegue a comportarse de un modo inconsistente con su modelo, enriqueciendo, por lo tanto su propio modelo. Hay varias maneras de lograr esto, muchas de las cuales han sido descritas detalladamente. Entre otras, están la importancia de tener canales sensoriales claros y despejados, la elucidación de las configuraciones utilizadas en familia ante las situaciones de tensión, los traumas infantiles, la instauración de dobles vínculos terapeúticos. Estos ejemplos ilustran los aspectos que han subrayado las diversas escuelas de psicoterapia para desafiar los modelos empobrecidos de sus clientes. Todas las formas de psicoterapia, en la medida que van teniendo éxito y sea cual fuere su énfasis típico, presentan estos dos rasgos:
a) Una gran cantidad de comunicación en la forma de lenguaje hablado.
b) Un cambio en la representación/modelo que el cliente tiene del mundo.

El lenguaje es tanto un sistema representacional como un medio o proceso de comunicar nuestra representación del mundo. Los procesos que experimentamos para comunicar nuestra experiencia son los mismos que experimentamos al crear nuestra experiencia.

Habiendo recuperado el modelo lingüístico que el cliente tiene del mundo, el terapeuta podrá escoger cualquiera de las numerosas técnicas de tratamiento que encuentre útil dentro del contexto. Para ayudar en el proceso de cambio el terapeuta podrá, por ejemplo por el establecimiento de un doble vínculo terapeútico, por la utilización de una técnica de actuación, o seguir desafiando el modelo del cliente mediante un trabajo puramente verbal. En cada uno de estos casos está involucrado el lenguaje. La efectividad de un terapeuta está íntimamente relacionada a la riqueza de su metamodelo - el número de alternativas que tiene a su disposición y su destreza en el combinar estas alternativas.

Desafío a la estructura profunda:
Que el terapeuta desafíe la estructura profunda de su cliente equivale a exigirle a éste que movilice sus recursos para reconectar su modelo lingüístico con su mundo experiencial. Dicho en otras palabras, aquí el terapeuta está desafiando y cuestionando la suposición de su cliente de que su modelo lingüístico es la realidad.

Desafío a las generalizaciones:
Uno de los elementos más empobrecedores de la experiencia y más frecuente en el modelo del cliente es la generalización. Correspondiente a esto, las estructuras superficiales que representan la porción empobrecida del modelo contendrán palabras y oraciones sin índice referencial y llevarán verbos incompletamente especificados.

Un modo explícito de determinar cuáles partes de la expresión verbal (y el modelo que representa) están mal precisados o mal enfocados, es buscar específicamente los argumentos sustantivos que carecen de índice referencial.

Claridad a partir del Caos - las palabras verbo/procesos.
El terapeuta sigue examinando las estructuras de superficie generadas por el cliente, recuperando la estructura profunda y desafiando a ésta donde aparecen generalizaciones que hacen que el modelo sea impreciso e incompletamente especificado hasta que la imagen que el terapeuta tiene del modelo de su cliente se aclare.

Desafío a las eliminaciones.
Son muchas las técnicas a disposición del terapeuta para asistir a su cliente en la recuperación de partes de su experiencia que no están representadas en su modelo. En el área de técnicas combinadas verbales - no verbales, por ejemplo, se le podrá pedir al cliente que haga una actuación de la situación específica desde donde generaliza y describir su vivencia plenamente en la medida que la revive, presentando así una parte de su experiencia a la cual, con anterioridad, no había dado una representación lingüística. Esto tiene el efecto de reconectar al cliente con su experiencia, y al mismo tiempo le da al terapeuta un contenido valioso, además de un entendimiento de cómo la persona representa típicamente sus experiencias y sus vivencias.

La tarea del terapeuta es desafiar aquellas eliminaciones que no prestan utilidad; aquellas que producen insatisfacción, que están a su vez asociadas a áreas de imposibilidad, áreas en que el cliente, literalmente, no puede ver otras alternativas que no sean aquellas que resultan insatisfactorias - aquellas que causan dolor -. Frecuentemente, un área donde ha ocurrido una eliminación empobrecedora es aquella en que la percepción que tiene el cliente de su potencial está limitada; parece estar bloqueada, atascada, en cierto sentido, condenada... Como terapeutas, identificamos como una eliminación del modelo del cliente cualquier opción imaginable por nosotros o por cualquiera otra persona en la misma situación.

Frecuentemente, la supresión de la experiencia, del modelo del mundo que hace el cliente, será tan obvia a los terapeutas que podrán comenzar a ofrecer sugerencias y consejos acerca de modos alternativos de tratar el problema. Probablemente estaríamos muy de acuerdo con muchas de las sugerencias hechas por los terapeutas, ya que nuestras intuiciones incluirían estas alternativas, pero en nuestra experiencia, las sugerencias y los consejos provenientes de otro caen precisamente dentro de las brechas creadas por eliminación en el modelo del cliente y son, por lo tanto, relativamente ineficaces. Estas eliminaciones han empobrecido el modelo del cliente, y son precisamente estas partes que no están representadas en el modelo de la experiencia del cliente las que están siendo recomendadas por el terapeuta. Aquí lo más frecuente es que el cliente "resistirá" las alternativas o no las escuchará, ya que están eliminadas de antemano de su modelo. Por lo tanto, le sugerimos al terapeuta que guarde para sí estas sugerencias hasta que el modelo del cliente esté lo suficientemente enriquecido como para aceptarlos e incorporarlos.

Una ventaja adicional que tiene el retener las sugerencias y abocar al cliente en el desafío de su propio modelo y la creación y búsqueda de sus propias salidas es que así el terapeuta no se ve abrumado por los contenidos y puede focalizar su atención en el proceso de dirigir el modo como se encara a ellos su cliente. Es decir, el terapeuta usa su metamodelo para operar directamente en el modelo empobrecido del cliente.

Distorsión
Por distorsión entendemos el proceso mediante el cual representaciones presentes en el modelo del cliente han sido distorsionadas al punto de limitar su capacidad para actuar. Hay varias formas como se pueden distorsionar las estructuras profundas y por consecuencia producir en el cliente padecimientos.

La buena formación semántica.
Una manera en que las personas distorsionan su modelo y se causan a sí mismos padecimientos, es declarando fuera de su control a conductas que en realidad están bajo su control. El terapeuta puede identificar expresiones semánticamente mal formadas como de la siguiente forma:
"Una persona hace que otra persona tenga una determinada emoción".
Cuando la primera persona, la que está "causando" el determinado efecto, es otra que la que está experimentando la rabia, se dice que la frase está mal formada y es inaceptable. La malformación semántica de este tipo de frases surge porque es literalmente imposible que un ser humano cree una emoción en otro ser humano; así entonces, rechazamos oraciones con esta forma. Las oraciones de este tipo, de hecho identifican situaciones en que una persona ejecuta algún acto y la segunda persona responde sintiéndose de una determinada forma. Lo interesante aquí, es que a pesar que ambos eventos transcurren uno tras otro, no hay una conexión necesaria entre el acto de una persona y la respuesta de la otra. Por lo tanto, las frases de este tipo identifican un modelo en que el cliente asigna la responsabilidad de sus emociones a personas o fuerzas fuera de su control. El acto mismo no causa la emoción; más bien, la emoción es una respuesta generada de un modelo en que el cliente no se hace responsable de experiencias que él podría controlar.
En este punto, la tarea del terapeuta es desafiar el modelo en algún modo que asista a los clientes para que se hagan responsables de sus respuestas. Esto puede hacerse de diversas maneras. El terapeuta puede desafiar la malformación, preguntando de qué modo la otra persona hace que el cliente sienta lo que siente; si por otra parte en algunas ocasiones el cliente no responde con los mismos sentimientos ante la misma conducta del otro, el terapeuta podrá pedirle al cliente que indique cuál es la diferencia cuando este acto deja de tener el efecto "automático".

Presuposiciones
Lo que en primera instancia nos puede aparecerr como comportamiento bizarro o como afirmaciones un tanto peculiares, provenientes de nuestros clientes, cobrarán sentido dentro del contexto de sus modelos. El tener una imagen clara del modelo del cliente es entender cuál es el sentido de esa conducta o de esas afirmaciones. Esto es equivalente a identificar las suposiciones que el cliente está haciendo en su modelo del mundo. Lo que en el modelo son suposiciones, aparecen lingüísticamente en las oraciones del cliente como presuposiciones. Las presuposiciones son aquello que es necesariamente verdadero para que las afirmaciones del cliente tengan algún sentido (no para que sean verdaderas, sólo para que tengan sentido). Un atajo que pueden tomar los terapeutas para la identificación de partes empobrecidas del modelo del cliente es el ser capaces de reconocer las presuposiciones implícitas en las oraciones del cliente. Hay una prueba explícita para ver qué presuposiciones tiene una oración si es que las tiene. El terapeuta toma la estructura de superficie y forma una oración nueva, igual a la antigua, con la salvedad de que esta vez lleva una palabra negativa adjunta al primer verbo, enseguida el terapeuta se pregunta si acaso la misma oración tendría que ser verdadera para que esta nueva oración cobre sentido. Es una presuposición cualquier oración que tiene que ser verdadera para que tanto la afirmación del cliente, como la oración nueva (formada a partir de ella más la negación), cobre sentido. Las presuposiciones son particularmente insidiosas al ser presentadas abiertamente para su consideración. Ellas identifican dentro del modelo del cliente algunos de los principios organizativos básicos que limitan su experiencia y sus vivencias.
Una vez que el terapeuta ha identificado las presuposiciones propias de las afirmaciones del cliente, puede desafiarlas directamente mediante las técnicas que ya hemos identificado en la sección sobre las eliminaciones.

Estamos, por lo tanto, proponiendo la existencia de un subconjunto de oraciones en español que reconocemos como bien formadas en terapia, y nos son aceptables como terapeutas. Este conjunto de oraciones cumple con los siguientes requisitos:
1. Están bien formadas en español.
2. No contienen transformaciones por eliminación o eliminaciones inexploradas en la parte del modelo donde el cliente siente que no tiene alternativas.
3. No contiene nominalizaciones (proceso-evento).
4. No contiene palabras o argumentos carentes de índices referenciales.
5. No contiene verbos incompletamente definidos.
6. No contiene presuposiciones inexploradas en la parte del modelo en que el cliente no experimenta alternativas.
7 No contiene frases que violan las condiciones de la buena formación semántica.

Los supuestos básicos de la PNL:
1. Las personas reaccionan ante su propia reproducción de la realidad y no ante la realidad misma.
2. Cuerpo y mente forman parte de un mismo sistema cibernético e influyen el uno sobre el otro.
3. El significado de tu comunicación es la reacción que obtienes.
4. Sólo se puede hablar de "resistencia" en el caso del terapeuta y no en el del paciente
5. No hay errores ni descuidos, sólo retroalimentación.
6. Es importante tener un repertorio de conductas posibles porque, dentro de un sistema, el elemento controlador será aquél que disponga de la máxima flexibilidad. Por ello, es mejor poder elegir que no tener elección.
7. Las personas funcionan perfectamente. Nadie está "fuera de servicio", ni tiene ningún defecto ni está "estropeado".
8. Las personas escogen siempre la mejor opción que pueden y con la correspondiente información disponible en cada momento.
9. Detrás de cada conducta hay una intención positiva.
10. Todas las conductas son útiles. Siempre hay al menos un contexto en el que la conducta es útil.
11. Si una persona puede aprender a hacer algo determinado, en principio, todas las personas podrán hacerlo.
12. Las personas disponen de todos los recursos necesarios (capacidades interiores y hacia el exterior) para conseguir la transformación deseada.
13. En tanto que comunicador profesional, es mi obligación y responsabilidad procurar que mi interlocutor se encuentre (física y mentalmente) en el estado adecuado para que también pueda hacer lo que yo pretendo que haga.

apuntes del libro introducción a la programación neurolingüística de Thies Stahl
apuntes del libro "La estructura de la magia"

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